Del Sexo de los Ángeles
“Las estaciones de
ferrocarril son la entrada forzosa de las ciudades y dan la primera impresión
de ellas; y una primera impresión suele ser el núcleo alrededor del cual se
agrupan las impresiones sucesivas. El viajero que llega a Granada y lo primero
que descubre es una estación, como otras muchas que ha visto, sin la menor
huella de nuestro carácter, o de lo que él se figura debe ser nuestro carácter,
piensa en el acto que está en un pueblo donde por casualidad se encuentra la Alhambra;
y como después en el interior no recibirá otras impresiones capaces de destruir
esta primera, nos abandonará convencido de que somos pueblo por todos los
cuatro costados. La diferencia entre pueblo y ciudad está precisamente en que
la ciudad tiene espíritu, un espíritu que todo lo baña, lo modela y lo
dignifica”
Estas palabras no son mías, sino del ilustre Granadino D.
Ángel Ganivet publicadas en 1920; pero después de casi 100 años la historia se
viene repitiendo.
Recuerdo cuando muchos, entre ellos yo mismo pedíamos en los
terrenos de RENFE un gran parque urbano para Granada (que de verdad adolece),
lo que no quitaba estación soterrada. Incluso se le presentó al Arquitecto D.
Rafael Moneo para su inserción en proyecto y fue bien recibido. Recuerdo cuando
también se luchaba por que entrara soterrado por la Chana; otros, apostaban por
San Isidro, la gran fábrica abandonada que tanto potencial tiene, para no tener
que soterrar el AVE, y una buena conexión a la red de tranvías con el centro…
(Centro al que nuestro metro/tranvía no llega), e incluso se llegó a hablar de
la rotonda de Europa.
Entre unas cosas y otras, ha llegado un momento en que la
clase política nos ha estado mareando tanto, que de verdad hemos llegado al tedio…
y ya ni nos importa lo que se haga ni como se haga; y si nos importa, ya ni
piamos.
Decía el Maestro Ganivet que en las ciudades que él conocía
(y por su profesión fueron bastantes por todo el mundo), “hay divisiones y luchas, pero son siempre como certámenes para ver
quien lo hace mejor; pero que nuestros combates son como riñas de gallos, en
que se va a ver quién hace más daño a quien”. Y esto por desgracia también aún
se mantiene cien años después.
La primera impresión suele ser la que cuenta; quizá nuestro
carácter sea ese, gentes de Jarapas (y cuando digo la palabra jarapa no lo hago
con desprecio); de aquellos que “construimos” a trozos. Ahora este poquito con
esto, ahora por allí con aquello. Quizá las grandes obras aún nos quedan
grandes…
Habrá quien ante estas palabras de Ganivet, (muy propio de
pseudo-románticos), cuando el Maestro habla de la huella de nuestro
carácter, pretenderán que todo aquello
que se haga en Granada sea a base de arcos árabes, enrejados y farolillos. Ay!!!
Que daño hace ese pseudo-romanticismo, que si por ellos fuera harían de nuestra
ciudad parque temático. (Y lo están consiguiendo).
Tanto Ganivet como Ortega coincidían en una cosa. En España
los tipos más perniciosos son los “hombres de conocimientos generales”, porque
aunque su educación sea la literatura, medicina, abogacía o cualquier otra, lo
que los situaría en excelentes especialistas de lo suyo, nos permitimos hablar
de cualquier tema como si fuésemos capaces de dominar toda clase de cuestiones,
aunque por el momento las desconozcan. Y todo el mundo se permite hablar de
“Estética”, tomando como base el refrán tan español “sobre gustos no hay nada
escrito”… Pues no señores, quizá sobre estética hayan corrido más ríos de tinta
a lo largo de la historia que de muchas religiones.
Con esto entronco con el proyecto de “Puerta Nueva o Atrio de
la Alhambra”, lo que para muchos será la primera y única impresión que se
llevarán de Granada.
Decía Ganivet hace 100 años, que la entrada a nuestra ciudad
y a todas las demás eran las estaciones de tren. Quizá, está en manos de esta
generación la construcción de las nuevas entradas a Granada. Una por tren y
otra por la Alhambra, o quizá aún esto nos quede grande, y entre dimes y
diretes se pierdan esos millones de fondos Europeos, como hemos perdido tanto
mientras discutíamos el sexo de los ángeles.
Saul
Meral
Arquitecto y Paisajista
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