domingo, 24 de diciembre de 2017

Cuento de Navidad. 24 de Diciembre 2017

Como viene siendo ya habitual en estas fechas, aprovecho para felicitar las Navidades con este cuento publicado hoy en el especial de Navidad del Diario Ideal de Granada donde se presenta un suplemento de diversos cuentos y dibujos de niños.

Este cuento se lo dedico a mi hijo Sinán que precisamente hoy es su cumpleaños y que él junto a su hermano Saul son los que alegran estas fechas.
También esta dedicado al 25 Aniversario del Colegio Victoria Eugenia de Granada. Colegio donde estudian ambos.

                                                        

Su mejor regalo de navidad


Como todas las mañanas en el recreo, jugaba con mis amigos Carlos y Alberto.

Mi colegio, fue en su día el pabellón de tuberculosos del Hospital de San Lázaro en Granada, el que hoy está en la Caleta, y yo lo sabía bien pues aun teniendo solo 7 años, tanto mis profesores como mis padres ya me habían contado cosas de estas... Mi padre incluso me contó que entró de niño cuando este estaba abandonado... que cosas.

Como éramos de los pequeños en el recreo, el campo de fútbol no era nunca para nosotros sino para los mayores. Ese lunes de invierno como otras veces, jugábamos al reloj reloj y yo hacía círculos con el brazo mientras gritaba: ¡reloj reloj, la una y las dos!
En uno de esos movimientos circulares, percibí que uno de los viejos ladrillos de la fachada se encontraba algo suelto. Esto nos llamó mucho la atención a los tres, y a partir de ese momento, nuestra misión en ese recreo fue la de sacar ese ladrillo, misión que como no, conseguimos.

Menos mal que ningún profe nos vio, ya que nada de esto que contaré habría ocurrido. Ese día, encontramos un gran tesoro. Al sacar el ladrillo vimos cómo tras él una vieja carta y una foto de una chica se escondía. Rápidamente la cogimos y la guardamos. No queríamos que nadie la viera y se hiciera con ella, era nuestro tesoro y no se lo íbamos a contar a nadie, ni siquiera a nuestros padres.
Yo, como fui el que vio el ladrillo suelto, me la guardé ya que la sirena de fin de recreo sonó en ese momento. LA escondí en mi pupitre y durante varios días fue nuestra diversión.  Se acercaba la navidad y con la excusa de ensayar la función, nos quedábamos en la clase, sacábamos la carta y la intentábamos descifrar. Éramos pequeños y aquella letra en lápiz borroso era algo difícil de entender para nosotros.
Pero entendimos varias cosas, la escribía una mujer, y se la escribía a quien parecía ser su novio porque hablaba de cosas de "amor" y "besos", también entendimos que la mujer estaba enferma, que tenía 19 años y que quería casarse con él. Que le echaba de menos desde el hospital.  También había escrito un nombre: Manuel Fajardo Vílchez y un pueblo: Atarfe.
En nuestra clase, este nuestro tesoro corrió como la pólvora. Cada vez más niños sabían de la carta y la foto, hasta que llegó a los oídos de uno de nuestros profesores. El profe Paco en uno de esos recreos que desde hacía días utilizábamos para descifrar lo escrito, se nos acercó y preguntó, y yo, como no sabía guardar un secreto, se lo conté todo.  Gracias a este hecho, y como no a él, la cosa se puso aún más interesante.
Nos propuso a toda la clase un reto, averiguar si seguía vivo este señor de Atarfe, Manuel Fajardo. La historia ya no solo quedó en clase, sino que todo el colegio conocía nuestro hallazgo, y claro, tantas mentes pensantes dieron con el susodicho señor, y ¡¡aún vivía!!

Resulta que era ya bastante mayor. Rondaba los 93 y vivía en una residencia de ancianos.
Una comitiva del colegio fuimos a visitarlo para mostrarle y darle nuestro hallazgo. Como no, en ella estaba el director, varios profesores y nosotros como los tres niños descubridores. Al llegar a la residencia, sus cuidadoras nos mostraron donde andaba sentado. según ellas siempre a la sombra de un pino que había en el jardín. Nos sentamos con él, y le contamos todo. sus lágrimas empezaron a brotar, nosotros creímos que no habíamos hecho bien en dársela, pero era todo lo contrario.

 Nos contó que era su novia. Que cogió la tuberculosis en la postguerra. Que estuvo ingresada en el pabellón femenino y que siempre que la visitaba se sentaban bajo los pinos del patio. Que por desgracia ella no superó la enfermedad y que por amor no pudo volver a "conocer" él a otra persona y por tanto vivió soltero. que aquella carta era el regalo más importante que había recibido nunca, porque ella siempre estuvo en su mente y que aquella navidad, iba a ser la más feliz que había pasado en muchos muchos años.

Hacía tiempo que vivía en el recuerdo, y su foto le volvió a traer la cara de ella ya olvidada por los años, la cara del Amor.

                                                                                                                   
Saúl Meral Bernal
(En Homenaje al 25º Aniversario del CEIP Victoria Eugenia)